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¿TIENE LA OPINIÓN DEL MÉDICO ALGÚN VALOR EN LA GESTIÓN SANITARIA ACTUAL?

Tras la publicación del informe del Health Consumer Powerhouse, sobre los Servicios de Salud europeos y donde una de las conclusiones era que los que mejor funcionan están gestionados por profesionales del sector sanitario, en Andalucía nos preguntamos…

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¿TIENE LA OPINIÓN DEL MÉDICO ALGÚN VALOR EN LA GESTIÓN SANITARIA ACTUAL?

Resulta sorprendente comprobar como en este país es cada vez más frecuente que un grupo de políticos asesorados por su “gente de confianza”, definan las líneas estratégicas e incluso las normas básicas que han de regir la marcha de temas tan sensibles como la Sanidad, la Educación o la Cultura. 

 Algunos de estos políticos además cuentan con escasa o nula formación universitaria, otros apenas tienen experiencia en el mundo laboral e incluso  es cada vez más frecuente que lleguen a los más altos cargos de responsabilidad quien no ha hecho otra cosa en su vida que trabajar en su partido (o vivir de él, como quiera decirse). 

Con este panorama general en política nacional, no es de extrañar que en cuanto a Sanidad se refiere, la opinión de los médicos empiece a resultar molesta para quienes gestionan la Salud Pública. Fruto de ello, en la comunidad andaluza por ejemplo, se ha desarrollado un proceso orquestado desde la Consejería de Salud para dejar sin competencias y hacer desaparecer poco a poco a las Juntas Facultativas, único órgano participativo que aún existía.

Llama la atención además, el alto grado de injerencia que la política tiene en nuestra sanidad pública, hasta el punto que la designación de un subdirector médico o de enfermería, viene determinada por decisiones que nada tienen que ver con cuestiones técnicas. 

Este entrometimientoimpropio de regímenes democráticos, llega a alcanzar incluso (en determinados casos) a los cargos intermedios (Directores de UGC, Jefes de sección, Supervisores…).

La realidad actual en nuestra comunidad es que la experiencia y el conocimiento científico técnico de sus profesionales son sistemáticamente despreciados por nuestros gobernantes. Colocan al frente de los órganos de decisión a quienes les parece y los convierten en meros transmisores de órdenes, en un eslabón más de una cadena de mando muy bien trenzada. Cualquier intento (de algunos de esos directivos) de pensar por sí mismo, de aceptar propuestas de los facultativos o de usar vías de participación son considerados como errores inadmisibles y sus responsables caen en desgracia inmediatamente.

Parece pues evidente la conclusión: en el sistema sanitario actual (al menos en Andalucía) la opinión del médico no tiene ningún valor en cuanto a lo que a gestión sanitaria se refiere.

Pero no se puede gestionar la Sanidad de un país sin tener en cuenta a los médicos, como tampoco se puede gestionar la educación o la cultura sin tener en cuenta a maestros, músicos, literatos o cineastas. Desgraciadamente hemos caído en elconformismo y soportamos ya con absoluta indiferencia que nos conduzcan por caminos inciertos y nos resignamos a ser tratados como legos en las materias que dominamos.

Y esta nueva clase política a la que nos referíamos se ha dado cuenta de todo esto y ha aprendido a manejar los medios de comunicación y, a través de ellos, a la opinión pública, de tal forma que la mayoría de los profesionales no se atreven a manifestar públicamente su criterio por miedo a que en pocas horas sean tachados de retrógrados, sectarios, corporativistas, etc.

Mal asunto este y poco arreglo tiene a corto-medio plazo. Vivimos en un momento en el que los argumentos científicos y profesionales no tienen cabida, en el que los errores y el desconocimiento son rápidamente elevados a rango de Ley, en el que no tiene importancia lo que se hace sino lo que parece que se hace, en el que lo que es saludable es simplemente lo que el político de turno decide que lo sea, en el que los estados de salud no se miden tomando como referencia estándares científicos internacionales sino indicadores políticos confeccionados con parámetros electoralistas.

En fin, me reitero: La opinión del médico no tiene ningún valor en la Gestión Sanitaria actual. …¡y así nos va!

Rafael Carrasco. Vocal de atención especializada del Sindicato Médico Andaluz.