Salud labor

La importancia de velar por la salud del personal sanitario.

Hace unas semanas el Parlamento Europeo presentó los objetivos en materia de empleo en el sector sanitario para los próximos años. Reproducimos un artículo de Pilar Bartolomé, Secretaria de Salud Laboral de CESM publicado en Diario Médico.

Categorias: Actualidad Nacional, Normativa, Política y Gestión Sanitaria, Visto en Prensa
Colectivos:

La Agencia Europea para la Seguridad y Salud Laboral celebró la pasada semana la «Semana Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo 2016», como parte de la campaña Trabajos saludables en cada edad. La agencia ha presentado en el Parlamento Europeo la principales conclusiones de esta campaña y ha publicado varios informes sobre la seguridad y la salud en el trabajo (SST), en el contexto de una mano de obra que envejece en la Unión Europea (UE).

El objetivo en materia de empleo de la estrategia Europa 2020 (aumentar la tasa de empleo de la población de entre 20 y 64 años al 75 por ciento) implica que los trabajadores europeos tendrán que permanecer en activo durante más tiempo. Dentro de esta estrategia, la campaña Trabajos saludables 2016-2017 se ha marcado cuatro objetivos:

  1. Promover el trabajo sostenible y el envejecimiento saludable desde el inicio de la vida laboral.
  2. Evitar los problemas de salud a lo largo de esa misma vida laboral.
  3. Facilitar vías para que empleados y trabajadores gestionen la seguridad y la salud ocupacional en el contexto de una mano de obra que envejece.
  4. Fomentar el intercambio de información y buenas prácticas.

Es evidente que la mano de obra europea está envejeciendo, ya que la edad de jubilación aumenta progresivamente y la vida laboral tiende a prolongarse por diversos motivos. La experiencia laboral y los conocimientos técnicos se acumulan con la edad, pero también se produce un proceso multidimensional de cambios biológicos, psicológicos y sociales. Por ello, la evaluación de los riesgos laborales debe tener en cuenta los cambios que puedan sufrir las capacidades funcionales, y es necesario modificar el trabajo y el entorno para hacer frente a esos cambios.

Además, los problemas de salud crónicos (enfermedades cardiovasculares, hipertensión, enfermedades respiratorias crónicas, diabetes…) son, cada vez, más prevalentes, y es crucial articular mecanismos para facilitar la reincorporación del trabajador tras una enfermedad.

Feminización y falta de relevo

La legislación en materia de seguridad y salud exige a los empresarios que adapten el trabajo y las medidas preventivas a los trabajadores, vinculando, además, los temas de seguridad con aquellas medidas necesarias en materia de igualdad, incluidos planes específicos y políticas de no discriminación. Para hacer frente a estos cambios, es primordial creer en una buena gestión en materia de seguridad y salud laboral, y aplicarla a través de la prevención de riesgos, por un lado, y de las adaptaciones del entorno laboral para equipararse al cambio de capacidades funcionales, por otro.

Las profesiones sanitarias en nuestro país, con un importante factor de feminización (más del 60 por ciento de sus trabajadores son mujeres), y otro, más grave, de falta de relevo generacional (más del 29 por ciento son mayores de 55 años y se jubilarán en las próximas décadas), han de ser conscientes de las exigencias que, por su trabajo, deben asumir, y que repercuten en su salud. CESM ha alertado desde hace años de la necesidad de tomar medidas ante este incierto futuro. En este escenario, en España se aprobó la Estrategia Global para el Empleo de los Trabajadores y las Trabajadoras de más edad 2012-2014 (Estrategia 55 y más), que marcaba, entre otras, líneas de actuación relacionadas con las condiciones de los trabajadores, con especial atención a la seguridad y salud laboral.

Sin embargo, independientemente de la edad de referencia que se utilice en los diferentes contextos, es importante reconocer que la edad cronológica no es un indicador exacto de los cambios que acompañan al envejecimiento. En éste, influyen sobremanera las condiciones del trabajo sanitario, que presenta un riesgo elevado de exposición (entre otras, ya más estudiadas) a cargas psicosociales, horarios saturados, riesgos del trabajo por turnos, ritmos atípicos y, sobre todo, los turnos nocturnos (trastornos del sueño y metabólicos, riesgo probable de cáncer, trastornos cardiovasculares…). El estrés inherente a la profesión sanitaria, más el originado en el lugar de trabajo, se considera una causa importante de situaciones críticas, errores médicos, incidentes y accidentes. Además de las consecuencias negativas de la tensión ligada al estrés, también hay trastornos relacionados con el agotamiento, que tienen graves consecuencias en la vida social y, sobre todo, en la familia y la salud. 

A todos estos problemas, se suman los riesgos por la mala gestión organizativa, personal insuficiente, eventualidad, ausencia de un personal directivo formado o la falta de ayuda real a la conciliación de la vida laboral y privada (sacrificada por unas supuestas necesidades de servicio y/o económicas).

El Pacto de Toledo debería incorporar acuerdos que se orientaran hacia la aplicación de una flexibilidad en la edad de jubilación para el colectivo sanitario (o, al menos, factores correctores), que eviten una discriminación con respecto a otras profesiones con similares riesgos y penosidad (como los ferroviarios, los policías autonómicos, los bomberos, los pilotos…). La importancia de la salud en el envejecimiento del colectivo sanitario ha de tener, a la larga, una repercusión directa en la caja de la Seguridad Social. 

Fuente: Diario Médico