Caos en la Consejería de Salud: la consejera debe ser cesada
El viceconsejero de Salud y el gerente del SAS han dimitido el pasado miércoles, 27 de diciembre, “por motivos personales”. Curiosa coincidencia. A finales de septiembre de este mismo año dimitió, también por motivos personales, el director general de Asistencia Sanitaria. Resulta imposible infravalorar la…
El viceconsejero de Salud y el gerente del SAS han dimitido el pasado miércoles, 27 de diciembre, “por motivos personales”. Curiosa coincidencia. A finales de septiembre de este mismo año dimitió, también por motivos personales, el director general de Asistencia Sanitaria. Resulta imposible infravalorar la severidad de la epidemia.
La clásica excusa sólo puede ocultar una de estas dos realidades: o bien el viceconsejero y el gerente han sido cesados, o bien se marchan por sus desacuerdos con la gestión de la consejera. En ambos casos, la crisis reviste una extraordinaria gravedad. Tanto si la consejera ha querido fortalecer su posición deshaciéndose de dos elementos discordantes, como si el viceconsejero y el gerente buscan debilitarla con su intempestiva marcha, la posición de aquella resulta insostenible.
La salida repentina de dos miembros tan relevantes de la Consejería de Salud confirma lo que desde el SMA hemos denunciado hasta la saciedad. La Consejería lleva meses sumida en el caos, víctima de los desacuerdos internos y de la carencia de liderazgo. Porque liderar no es lo mismo que mandar. O que cesar. La gestión de la Consejería de Salud, que maneja en torno a un tercio del presupuesto andaluz, no puede estar en manos de un equipo sumido en el caos y carente de un proyecto riguroso para nuestra sanidad pública.
La situación de las listas de espera y la crisis de la medicina de Atención Primaria no son sino consecuencias de una mala gestión y una negativa contumaz a dialogar con los médicos. La Consejería ha rechazado nuestras ofertas de negociación, a pesar de que somos el colectivo que soporta las condiciones más duras del sistema sanitario. La respuesta a nuestras demandas de equiparación retributiva entre los médicos de Atención Primaria y Hospitalaria, o de alivio de la presión asistencial de los facultativos ha sido el silencio.
Este equipo ha disfrutado del presupuesto sanitario más alto de la historia, pero lo ha dilapidado en proyectos fracasados como la consulta de acogida o la consolidación de refuerzos de plantilla innecesarios a cambio de paz social. Para financiar estos desatinos ha recurrido a severos recortes de la actividad de tarde en consultas y quirófanos. Los facultativos y los pacientes hemos sido sus principales damnificados. Cuando los directivos de toda Andalucía mostraban su desacuerdo con esta gestión disparatada, la respuesta ha sido la amenaza o el cese. El recurso habitual de los malos gestores.
La Presidencia de la Junta tiene que actuar de una vez. No puede mantener ni un minuto más al frente de la Consejería de Salud a su actual titular. Si lo hace, estará poniendo en riesgo algo más que el futuro de la sanidad pública andaluza: estará sacrificando la confianza que los andaluces depositaron mayoritariamente en su figura.