El SMA ante las agresiones en sanidad.
No es un problema más, no es anecdótico. Las agresiones a profesionales de la sanidad van en aumento y se han convertido ya en una lacra importante para nuestra profesión.
En el día contra las agresiones al personal sanitario, nuestra postura es clara y contundente en contra de quienes agreden (física y verbalmente) y de quienes no hacen nada (o muy poco) para evitarlo. Somos, al margen de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, el colectivo que más agresiones sufre; con el agravante de que en nuestro caso no somos considerados autoridad pública más que en determinados casos.
Es difícil no caer en el alarmismo y la demagogia cuando se trata de un tema como éste que despierta tanta pasión y que provoca reacciones muy viscerales. Pero lo cierto es que no hay organismo oficial que no cuente con escaner a la entrada y que no someta a control a los visitantes, mientras que en la mayoría de los centros sanitarios, la vigilancia y el control brillan por su ausencia.
Los profesionales, sobre todo en determinados puestos, se sienten desprotegidos y muchas veces con miedo y mientras tanto, las medidas preventivas de la administración son escasas y nada efectivas.
No es razonable que quienes tienen a su cargo la salud de los ciudadanos de este país, tengan que poner en riesgo diariamente la suya propia, tanto por las agresiones físicas en sí como por el deterioro que en su salud física y mental, provoca la situación de angustia permanente.
Y si las escasas medidas preventivas no funcionan, las acciones que se desarrollan una vez ha ocurrido la agresión, son igualmente tibias y poco útiles para contribuir a la erradicación del problema.
La administración no denuncia de oficio a los agresores y ni siquiera tiene una actitud proactiva que anime al agredido a denunciar, a la vez que le ofrezca garantías de seguridad y le facilite el asesoramiento de un abogado de la empresa; los jueces son reacios a condenas ejemplarizantes pues entienden que muchas veces estos actos son cometidos por personas víctimas de la angustia que provoca el considerar que la salud de un familiar está en grave peligro y la sociedad y medios sociales se han acostumbrado ya a la presencia cotidiana de la agresión y no le concede excesiva importancia, ni muestra su clara condena.
Para colmo, cuando un profesional es agredido, tiene que recorrer un difícil camino lleno de obstáculos y cortapisas para hacer valer sus derechos. Muchas veces se ve obligado a mantenerse en su puesto de trabajo mientras el agresor continua merodeándolo, debe acudir solo a la comisaría más cercana a formular la denuncia, debe demostrar que sus lesiones físicas o psicológicas son consecuencia de la agresión y por tanto constituyen un accidente laboral, debe cumplimentar varios formularios para luego ver cómo la administración deja de pagarle las retribuciones variables ocasionándole un daño añadido a los derivados de la agresión y debe además verse obligado a seguir atendiendo en sucesivas ocasiones al paciente agresor que se jacta de lo «barato» que le ha salido agredirle y se muestra más exigente y prepotente que en ocasiones anteriores.
En definitiva, es necesario un esfuerzo real por parte de las distintas administraciones públicas que deben coordinarse y consensuar medidas efectivas para acabar con las agresiones a personal sanitario. Creemos que el problema no está bien dimensionado y exigimos medidas que nos permitan trabajar con seguridad y sin temor (las mismas que con toda seguridad tomarían si fueran los políticos y/o gestores los agredidos).
Nos unimos por tanto al eslogan de este día y proclamamos con rotundidad:
“Ante las agresiones al personal sanitario, tolerancia cero”
Comité Ejecutivo SMA