El Servicio Andaluz de Salud (SAS) garantiza a todos los ciudadanos que lo necesiten que serán intervenidos, como máximo, en cuatro o seis meses, en función de la operación concreta. Es el llamado sistema de «garantías», que concede al paciente el derecho a acudir a un centro sanitario privado y cargar la factura al sistema público si los plazos no se cumplen.

Ésa es la teoría.

En Andalucía hay hoy 94.438 pacientes que aguardan turno para pasar por el quirófano. Pero de ellos, 10.578 no saben cuándo serán intervenidos ni tienen derecho a reclamar o acudir a la sanidad privada. Salvo que paguen la factura de su propio bolsillo.

Esos 10.578 pacientes han sido excluidos del sistema de garantías, expulsados de las listas de espera con prioridad porque, supuestamente y según el SAS, han incurrido en alguno de los supuestos que el decreto 209/2011 -que regula las listas de espera- contempla como motivos para perder la garantía a un plazo máximo.

Como rechazar la fecha propuesta para la intervención que esperan o no presentarse a la cita que debe haberles sido notificada en su domicilio «de forma fehaciente».

Gracias a esto, el SAS sólo tiene el compromiso de intervenir quirúrgicamente en un plazo máximo de 180 días (120 días en algunos casos) a 83.860 andaluces, una reducción que al Partido Popular le parece excesiva y poco creíble.

Más aún, la portavoz de Sanidad del PP, Catalina García, no se cree que más de 10.500 pacientes hayan rechazado su intervención, la quieran demorar o, sencillamente, no se hayan presentado a la cita.

Como tampoco ve demasiado fiable la cifra oficial de pacientes en lista de espera proporcionada por la Administración andaluza hace pocas fechas.

Con todo, los 94.438 pacientes que esperan una intervención quirúrgica (incluidos los excluidos del sistema de plazos máximos) son bastante más que los que había hace un año y muchos más que hace un lustro.

Con respecto a 2015, la lista de espera ha crecido en 3.797 enfermos, lo que representa un 4% si se tiene en cuenta que el año pasado había 90.641 personas en los registros oficiales del sistema público sanitario andaluz.

Si la diferencia ya es notable en sólo un año, podría calificarse de abismal si se toman como referencia los últimos cinco años. 

Entre 2011 y 2016, las listas de espera del SAShan crecido un 26%, al pasar de 74.934 pacientes en 2011 a los 94.438 de este año.

Teniendo en cuenta los plazos máximos, la mayoría de los pacientes que guardan turno para una intervención corresponde a operaciones a realizar en un máximo de 180 días. Incluidos los que no tienen garantías, hay 65.734 andaluces en esta lista, 3.299 más que el año pasado, lo que representa un incremento del 5,2%.

Igualmente, aumenta el tiempo que, de media, tiene que esperar el paciente, pasando de 59 días en 2015 a 62 en 2016.

Por lo que respecta a las intervenciones en un plazo inferior a 120 días, en los registros oficiales del SAS hay este año 498 pacientes más, hasta alcanzar los 28.704 enfermos esperando su turno. Y la espera media para ser intervenido se mantiene inalterada: 50 días de media y de paciencia.

El panorama no es mejor en lo que se refiere a las listas de espera para una prueba diagnóstica. En los registros oficiales del SAS hay hoy 2.696 andaluces más que el año anterior, un 8,9%. Si en junio de 2015 había 30.103 personas esperando a ser citadas para someterse a una prueba, en el mismo mes de este año había ya 32.799. Lo sorprendente, como apunta la portavoz del PP, es que el tiempo medio de respuesta es el mismo, 18 días.

Por provincias, las desigualdades son notables. Córdoba es la que experimenta una mayor subida de las listas de espera para pruebas diagnósticas (un 212,3% más) y el tiempo medio de respuesta ha subido en tres días, mientras que en Málaga la lista de espera ha aumentado un 34,4%. En el extremo opuesto, hay provincias, como Sevilla o Granada, en las que hay menos pacientes en espera.

En cuanto a las listas de espera para consultas externas, a junio de 2016 hay 197.021 andaluces inscritos, 7.325 más que en el mismo mes del año anterior.

Fuente: El Mundo