Plagios, errores y falta de rigor en los pósteres «científicos» que inflan las bolsas del SAS.
La Fiscalía investiga el «negocio» detrás de estas publicaciones repletas de errores académicos que han permitido a profesionales de toda España acceder a un contrato de trabajo.
La bolsa de trabajo del Servicio Andaluz de Salud valora con hasta 20 puntos la categoría de «otros méritos», como artículos o comunicaciones de tipo científico. En los últimos años, el «truco» de los pósteres se ha extendido entre los profesionales sanitarios y ahora el asunto está en manos de la Fiscalía, que investiga por presunta falsedad documental a las entidades (Asunivep, Socideco y Educasem) tras la «inusual proliferación» de este tipo de publicaciones sin rigor científico, muchas de las cuales contienen errores insalvables. Un «negocio», denuncian los sindicatos, que perjudica a toda clase de profesionales sanitarios de diversos rincones de España, que se han visto obligados a pagar para poder trabajar.
Plagios, incoherencias, faltas ortográficas, citas a Wikipedia, resultados que no concuerdan con los objetivos de la investigación… Son muchos y habituales los fallos que presentan estos pósteres, que deberían haber sido revisados por entidades autorizadas que emanan de universidades públicas y cuentan con el visto bueno de la Junta de Andalucía. ABC ha tenido acceso a estas publicaciones recogidas en algunos de los muchos congresos «on line» que pueden publicar de una tacada decenas de miles de comunicaciones, y en ocasiones sin límite máximo para las miles de personas que se inscriben por un precio que ronda los 50 euros. El resultado es millonario.
Pese a que supuestamente los trabajos superan filtros antiplagio, hay publicaciones que contienen manifiestas copias textuales con, además, nulo rigor científico. La investigación es un asunto «abstracto», según una de las empresas tras la celebración de estos congresos. Un ejemplo: el de un póster sobre «técnicas de relajación en el día a día para reducir el estrés». «Imagínate cómo sería llevar ese estado de relajación a cada una de las actividades de tu vida, a tu día a día: caminar despacio, observar el mundo que te rodea, sonreír, sentir a las personas…», refleja la breve introducción, copiada literalmente de una página web de una «coach de minimalismo existencial».
Ese mismo póster contiene otros plagios. Y no es un caso aislado. Hay muchas más publicaciones que contienen elementos copiados, como un trabajo que ofrece como resultado un manual para el correcto lavado de manos que también se encuentra en la red; uno de los muchos errores que contiene. Los fallos son generalizados y se repiten en un porcentaje elevado. La falta de rigor es una constante en multitud de trabajos, que no cumplen con los principios básicos de una investigación de esta naturaleza; además de la creatividad que se le presupone al diseño de un póster, elaborado para ser expuesto de forma didáctica al público.
Introducción, objetivos, metodología, resultados, conclusiones y bibliografía. Son los mínimos, ausentes por completo en determinados pósteres, que tampoco pueden ser meras recomendaciones, como cinco consejos para «disminuir la aparición de las úlceras por presión en los quirófanos», como muestra el documento que ilustra esta información. En ocasiones incumplen la lógica concordancia de los resultados y conclusiones con los objetivos planteados y la metodología a emplear.
En uno de los trabajos publicados, el objetivo es idéntico a la conclusión: «Conocer la cantidad de orina eliminada por el paciente durante un tiempo determinado». La falta de coherencia, subjetividad y superficialidad se multiplican en otros casos, como el de un pinche de cocina, que concluye que «el acto de emplatado debe regirse bajo los criterios de eficacia, organización, rapidez y especialización nutricional» y que además sirve «para el fin de alimentar al paciente». Ello tras revisar «información disponible en Internet y referencias bibliográficas» sin justificar.
Los fallos en las citas son de los más habituales. A menudo los pósteres carecen de bibliografía, las referencias justificadas son escasas, y cuando aparecen, no suelen seguir la normativa internacional reconocida. Hay muestras variadas: desde un código QR hasta una simple atribución a Wikipedia en un trabajo incoherente de apenas 100 palabras para el que supuestamente las tres autoras firmantes han consultado bases de datos especializadas, tras lo que en breve concluyen que «existe un deficiente nivel de conocimiento acerca de los factores de riesgo del infarto agudo de miocardio».
La procedencia de la información utilizada también está en duda en otros casos. Y no solo en el de los clínicos, es decir, aquellos casos reales susceptibles de haber sido literalmente extraídos del historial digitalizado de un paciente real, lo cual solo podría ser válido tras una correcta edición y en el supuesto de que la patología analizada tuviera algún tipo de peculiaridad. Pero los hay más creativos y existen dudas respecto a un trabajo para el que se usó «un análisis cualitativo basado en la recopilación de testimonios directos de personas de diferente sexo, ámbito social y cultural» para determinar la mejora en la calidad de vida de personas jubilidas. Sin más.
Las seis autoras, de un hospital catalán, determinan en dicho trabajo que «nadie se plantea seriamente, con antelación, la actividad que desarrollará y en qué empleará su tiempo durante el periodo de jubilación», algo que concuerda poco o nada con el objetivo planteado, marcado para conocer el impacto de la jubilación en la calidad de vida de las personas. Pósteres como éstos, de nula validez académica, existen miles, se reparten por todas las categorías sanitarias sin excepción y ponen en cuestión las garantías de la revisión científica por parte de las entidades investigadas por la Fiscalía.
Fuente: ABC Andalucía